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viernes, 4 de noviembre de 2016

COSMOVISIÓN DE LAS TIERRAS BAJAS



COSMOVISIÓN DE LAS TIERRAS BAJAS

Los grupos culturales de todo el mundo, han desarrollado una cosmovisión; no existe una cultura que no posee la manera de ver e interpretar el mundo a través de la interacción, del ser humano y el medio natural, construyéndose de los saberes y conocimientos propios de una cultura.

“En los pueblos nativos de América el desarrollo de su cosmovisión estuvo vinculado con la naturaleza que lo era todo, incluyéndose en ella a los seres humano y a las deidades” (Cosmovisiones y filosofía, Ministerio de Educación), entonces se afirma que las culturas existentes en el mundo tenían conocimientos sobre el cuidado de la naturaleza, basado en el respeto. En la cosmovisión de los pueblos indígena originarios tenían conocimientos y sabiduría del universo sobre el uso y manejo del espacio el tiempo y la naturaleza.

Los pueblos originarios de las tierras bajas, como afrobolivianos, araona, ayoreo, baure, canichana, cavineño, cayubaba, chacobo, chimane o tsimani, chiquitano, ese ejja huarayos o chamas, warasuqwe, guarayo, itonama, joaquiniano, leco o lapa lapa, machineri, reyesano o maropa, more, moseten, movima, moxeño, nahua, pacawara o pacahuara, siriono, tacana, toromona, yaminahua, yuki, yurakare, en su mayoría tenían creencias muy semejantes de una cultura a la otra, ellos creían en los cerros, ríos, lagunas, flora, fauna, en el sol, espíritu de los muertos, en el fuego, el aire y otros, que antes de dar inicio con las actividades de trabajo desarrollaban oraciones  dando gracias y encomendaciones a la pachamama, mediante una ofrenda, para que los cultivos den buenos frutos para la familia y la comunidad.

Las tierras donde está constituido por los recursos naturales, flora, fauna, ríos, lago y todo lo que habían, para ellos tenían un significado, eran considerados como seres que tienen vida, por lo tanto la tierra es sagrada y divina, además estas tierras eran de uso comunitario de toda la comunidad.

Entre las culturas indígenas de las Tierras Bajas, los ancianos tenían gran prestigio  por su experiencia; se los consultaba y sus indicaciones eran obedecidas por todos. En ciertas ocasiones, mientras los padres salían a trabajar, ya sea a recolectar la miel, cazar, pescar o cultivar, el abuelo se quedaba con los niños y además de jugar con ellos les contaba cuentos, mitos sobre el origen del mundo, sobre las aventuras de los animales y sus dueños protectores o espíritus grandes, de esta manera transmitía los valores para vivir en comunidad y armonía entre todos los seres humanos y con la naturaleza.

Otro nivel de educación se hallaba entre los padres y la comunidad. Estos educaban a las nuevas generaciones de niños y jóvenes siempre con el ejemplo y la palabra, nunca con el castigo. Tanto así, que los jesuitas que se disponían a evangelizarlos a fines del siglo XVII al observarlos se sorprendieron, y pensaron que no había educación entre estos indígenas porque los niños podían hacer lo que querían y nunca escuchaban reproche.

Ser trabajador y responsable con la familia y la comunidad eran valores de mucha importancia con las que eran educados los niños y jóvenes. Esto también se traducía en una norma, sólo el que era buen cazador podía tener una esposa y una familia. El joven enamorado debía demostrar a su pretendida y a la familia de aquella, que es capaz de sostener una familia propia y hacerla feliz. Para esto debía cazar y colocar las mejores presas de los animales que había cazado en la puerta de la cabaña de su pretendida, así demostraba que era un buen cazador que podría proporcionar carne a su futura familia.

También el valor de la honradez se visibilizaba claramente en la conducta de los indígenas. El respeto por los objetos de propiedad ajena era impresionante. Lo era a tal grado, que si alguien perdía en el monte su arco y flechas, no era levantado por otra persona si ésta lo hallaba.

Se educaba para que las personas vivan en armonía con la naturaleza, lo que significa que sabían que lo que la naturaleza les daba en todas sus formas permitía que reprodujeran sus vidas, por lo tanto cada persona también tenía que ser recíproco con la naturaleza. Como sabían que sus propias vidas no les pertenecían del todo, debían dar directa o indirectamente a la naturaleza.

El cazador, por ejemplo, era recíproco con la naturaleza respetando a los animales y las plantas de las cuales sólo tomaba lo suficiente para sobrevivir. 

A esta forma de vida de la comunidad o comunitaria donde lo que se recibía de la otra persona como valores fundamentales eran la armonía, la honradez, la honestidad y el don a dar, y se lo hacía a través de la palabra y el ejemplo.

BIBLIOGRAFÍA
Cosmovisiones y filosofía, MINISTERIO DE EDUCACIÓN

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